#RomperElHechizo
F.P.
Las ataduras al carro del ganador suelen ser las primeras reacciones de los advenedizos que hasta la víspera intentaron -en más o en menos- enfrentarlo. Algo parecido es lo que ocurre con el debate en torno a la narrativa oficial y la supuesta extinción de la variable que mide el deterioro del bolsillo y el incremento en precios de productos y servicios.
Es que en el principal espacio opositor, la discusión de estos días es si el PJ debe ser peronismo o peornismo. O algo similar, en torno a los fundamentos relativos a agachar la cabezay aceptar el aparente éxito del mileidismo en haber bajado la inflación, mantener a raya el déficit fiscal y un planteo financiero que repentinamente pasa a adquirir catadura de plan económico.
Es claro que tal discusión no modificará un milímetro de la corrosión en la microeconomía que experimentan a diario, semanalmente y -cuando llegan- mensualmente millones de argentinos. Pues, la inflación es como la/s bruja/s -decimos para adaptarnos a la fecha de hoy- y que la hay, la hay.
Al respecto, hay diversos instrumentos que los expertos en economía tienen a mano para dilucidar este debate, más allá de optar por la superstición, antes que por las herramientas metodológicas. Tanto en un repaso dinámico de la evolución de los precios de bienes y servicios, como en la comparación con los salarios y su poder de compra, se avistará una respuesta a toda esta argamasa ideológica.
El economista y analista político Alfredo Serrano Mansilla planteó al final de la semana el microclima post electoral, según el que “después de una derrota electoral, suele permear muchísimo el relato del ganador en las tropas derrotadas”. Al respecto, describió una corriente de opinión enarbolada por los tifossi de análisis con el diario del lunes ensayando el argumento que el relativo éxito violeta se explica por estabilizar precios y demás variables de la economía criolla.
Ante lo cual, planteó una rotunda negativa. En tal contexto, aseguró desconocer “dónde compran los que dicen que los precios en Argentina están estables” o bien “que han controlado los precios”. Como síntesis, admitió que “sinceramente no entiendo dónde compran”.
Al respecto, ejemplificó en el kilo de carne picada, el litro de leche o el de aceite (aunque podría ser cualquier otro producto), alrededor del cual la conclusión sería que “todo ha subido y mucho. Y sigue subiendo”. Lo mismoque en materia de servicios regulados, rubro en el que la electricidad, el gas, la telefonía y el transporte han subido muchísimo y continúan este sendero ascendente, como bien se previó para el mes de noviembre.
En relación a este espejismo, el director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica desafió: “Solo hay que salir a la calle a comprar lo que sea, para ver como subió todo desde la llegada de Milei y cómo sigue subiendo. No para de subir”. Peor aún, sugirió que si los economistas desechan la visita a la calle, al menos revisen las mediciones del INDEC. 
Instrumentos: para usar 
De acuerdo a esta última propuesta, adelantó que en todos los rubros resulta evidente la carrera imparable de precios, en un escenario en que “tampoco ha habido estabilidad del tipo de cambio” en la era Milei. No sin cierta perplejidad, confesó que “no entiendo sinceramente dónde encuentran esta razón de la estabilidad”.
Otro tanto, entrevió Serrano Mansilla en referencia al 40 % de los votos positivos o el 27 % del total del padrón, quienes decidieron optar por la ultraderecha. Ya fuere por haberse comido el verso de la estabilidad, por miedo, o por desechar razones ligadas a la corrupción o al narcotráfico entre la oferta elegida.
Sin restarle la relevancia a este segmento conservador, en contraste el investigador empardó la importancia del 60 % que no apoyó al mileidismo en las urnas. “Tampoco le quitemos importancia a todos los que no fueron a votar”, concluyó el director de la consultora CELAG.
Casi en la extinción de la semana -y del mes- la Defensoría de la Tercera Edad alertó que se necesitan 4 jubilaciones mínimas para cubrir la Canasta Básica de cada jubilado. Una situación que empeoró, si se la compara con 2023, cuando se necesitaban 2,5 veces un haber mínimo hasta llegar a cubrir las necesidades elementales para el sostenimiento de un beneficiario de esta categoría.
Con una remuneración mensual de $ 396,300, en contraste con el precio de la Canasta de un jubilado para octubre de 2025 quedó en $ 1.514.000 por mes. Lo que relega al sector pasivo a la categoría de infra indigencia, pues cada vez es más reducido el poder de compra con el que cuentan.
A esto, deben restarse los recortes a beneficios como medicamentos gratuitos o descuentos en remedios. Un deterioro cuantificado en señalar que hacia fines de 2023 una jubilación mínima pagaba por mes $ 124.460, cuando la Canasta esencial se calculaba en $ 313.185, según datos a octubre del año antes mencionado.
En perspectiva, deberá proyectarse el escenario general con la inclusión de los efectos aún más adversos que dejará la contrarreforma previsional y laboral. Sendas recetas atadas a endeudamiento del FMI, cuya experiencia no fue nada virtuosa en suelo criollo a fines de los 90 como en 2001. Si nos aventuramos en este camino, tal vez alcancemos a sospechar que el rumbo económico no es tan sólido, que el planteo trumposo es más cachivacheril de lo que suponemos, y cosas por el estilo.  No es tan complicado romper el hechizo. 
NdR, 31 de octubre de 2025.