Fábula de la casa y la economía de un país

- Economía

Fábula de la casa y la economía de un país
Fábula de la casa y la economía de un país

La reducción de la compleja dinámica de la economía de un país a la simpleza del flujo de ingresos y egresos de un hogar, idea repetida hasta el cansancio. Pero, más allá de su atractivo sonoro, redondamente falsa. En las próximas líneas desarrollamos algunas líneas acerca de razonamientos que desbaratan ese eslogan.


#ZoncerasEconomicas

El manual del político apurado y un tanto chambón supone que un eslogan de lo más chapucero, pero repetido al compás del Mantantero Liru La, se puede contrabandear como frase irrefutable ante un auditorio desprevenido. Por estos días sucede con esa tontería astronómica por la cual, tanto aquí como más allá, intenta equipararse los gastos e ingresos de un hogar con la economía de un país. Nada más falso.

Tras el acuerdo hasta mayo logrado por el gobierno argentino con el FMI, el ministro Luis Caputo perpetró la frase que “la deuda que se toma solo obedece al hecho de que el país gasta más de lo que recauda”. En la víspera, al presentar el magro desembolso que hará el organismo internacional, insistió que “al igual que en un hogar, si alguien gasta más de lo que recauda, a alguien le tiene que pedir la plata”.

Dejando de lado que el titular del Palacio de Hacienda es algo así como el homónimo de quien concurrió al Fondo a pedir la deuda que hoy renegocia, las objeciones no se hicieron esperar ante la reiteración de semejante tontería. La docente e investigadora Mercedes D´Alesandro recordó que “la economía de un país NO ES como la economía de una casa”.  

En este plano, la catedrática ahondó en la fundamentación que “los hogares no recaudan, no imprimen dinero, no tienen un tipo de cambio, entre tantas otras diferencias”, dijo en X al destartalar aquella falsedad. La que de todas formas, no es privativa del Messi del Fiado -como se conoce a Caputo- sino, se extiende mucho más allá entre economistas, funcionarios y dirigentes políticos.

Por ejemplo, en provincias del Norte del país la asimilación de la microeconomía a la macroeconomía (y la insistencia en tal falacia) supondría relegar a estos distritos a un camino de pauperización. Pues, con ingresos más o menos constantes logrados en un contexto con altísima inflación el incremento de la inversión pública, la productividad y el desarrollo se transformarían en una quimera. Exactamente lo opuesto a lo que anhela una importante porción de la ciudadanía, ni qué hablar sobre la función de un gobernante o líder político.

NdR, 11 de enero de 2024.  

Este artículo está optimizado para dispositivos móviles.
Leer Versión Completa