#Divulgación #Minería #Perspectivas
Por: Manuel Alejo Pérez (*).
La palabra ecología deriva del griego ökologie, compuesta oikos (‘casa’, ‘hogar’ o ‘vivienda’) y logos (‘estudio’ o ‘tratado’) y, en tal sentido, significa ‘el estudio del hogar’, estudio del lugar, del ambiente donde vivimos. Como rama de la biología, es el estudio de las relaciones de los diferentes seres vivos entre sí y con su ambiente, afectando la distribución o la abundancia de los recursos naturales, es decir, los minerales y demás sustancias químicas que se encuentran en el planeta.
Que el homo sapiens está afectando el ambiente planetario: Cierto. Que el grado de afectación puede poner en riesgo su propia supervivencia, muy cierto también. No obstante presentar estos hechos como evento singular es un artificio que puede originarse en un chauvinismo antropocéntrico, un maniqueísmo interesado de ONG o simple ignorancia. Hace unos 3700 millones de años (período Arqueozoico), cuando en los océanos ya hospedaban millones de células vivas y la atmósfera contenía hasta un 25% de dióxido de carbono (CO2), un tipo de cianobacterias capaces de aprovechar la luz solar (fotosíntesis) proliferaron entre 2500 y 1000 millones de años atrás produciendo oxígeno molecular (O2) de forma masiva y fijando CO2 como carbonatos minerales (estromatolitos). Esto provocó un cambio drástico en la atmósfera terrestre (que perdura hasta nuestros días), causando la primera extinción en masa del planeta. Más allá de la similitud, hay una gran diferencia para ser resaltada. El O2 que enriqueció la atmósfera se generó como subproducto de su proceso vital de las cianobacterias a mediad que proliferaron, es decir, como la cianobacterias no pudieron vivir sin producir O2 y su éxito vino atado con su ocaso. A diferencia de las cianobacterias, el homo sapiens no tiene su supervivencia amarrada a la alteración del medio ambiente: es su desarrollo civilizatorio el causante de los desajuste ecológicos.
La materialización del conocimiento científico y técnico en dispositivos/aparatos/máquinas que nos facilitan nuestros procesos vitales (alimentación, salud) y periféricos (comunicación, entretenimiento, cultura, etc.) depende de al menos dos tipos de acciones: obtener los materiales primarios necesarios del medio ambiente y la energía para su procesamiento, fabricación y funcionamiento. Todo nuestro desarrollo como civilización puede ser reducido a estas acciones y, por lo tanto, debemos analizar cómo realizarlas sin afecten el medio ambiente de modo irreversible. La tarea de obtener materiales primarios del medio ambiente es lo que llamamos minería y, es en sí misma una de las actividades humanas más permanentes en la historia del homo sapiens. Su refinamiento técnico ha avanzado de la mano de la necesidad de materiales cada vez más diversos para sostener la evolución de nuestra civilización. Esencialmente, la minería, puede ser vista como un proceso mediante el cual se extraen selectivamente los materiales primarios de un medio ambiente dado.
¿Por qué habría que analizar alternativas sustentables para la minería? Porque imaginar que nuestra civilización pueda continuar progresando sin la actividad minera como base resulta improbable. La historia muestra que esta necesidad de materiales primarios han impulsado a las diferentes civilizaciones a avanzar en la colonización de territorios donde éstos se encuentren, por ello se extrapola que si estos materiales primarios se encontraran fuera del planeta… iríamos a buscarlos allí donde estuvieran. Porque aún si nuestra civilización detuviese en seco su progreso, la demanda de los materiales primarios para la producción de los bienes en su actual desarrollo seguiría impulsando la actividad minera. Porque la involución del desarrollo de la civilización es muy improbable.
(*) Doctor en Química, investigador del CONICET, proyecto Desarrollo de Minería Sustentable. 
NdR, 30 de noviembre de 2020.