Algo de rock estaba faltando

- OPINIÓN

Algo de rock estaba faltando
Algo de rock estaba faltando

El temperamento chúcaro va con el rock, la protesta y la rebeldía cuando la cuestión trota por el rumbo de los tomates. Muchas veces, esta anomalía es expuesta desde las tablas o desde algunas voces en el campo. Veamos de qué la van todos esos entrecruzamientos, cuestionables, antojadizos, entre dos catastros embromados de la música y la cultura.

#Elrockylapolitica #Larebeldiaestuvoenoff

Por: Federico Pérez.

El espíritu de rebeldía vendría a ser como el Lázaro que resurge a la escena pública luego de 21 años, en paralelo a lo que sucede con el estilo musical –el rock- que casi abandonó los primeros planos hace más o menos el mismo tiempo. Pero este fin de semana en gran medida resurgió en medio de un evento masivo, a su vez surgido de la expresión más callejera y chúcara que se alcanzara a demandar. Al son de The Strokes.

Es necesario y hasta deseable que esto ocurra, toda vez que se malogran los valores con los que se hizo nacer a un determinado movimiento. Caracterización que puede resultar válida tanto para las ya arriadas tres banderas de lo nacional y popular, como del rock por su estética y su prédica contraria a la injusticia (con algún toque anarquista, por momentos).

Este fin de semana, la superficie gelatinosa que fueron moldeando la prédica robertocarlista, moncloísta o antigrieta fue puesta en tela de juicio por ciertas voces que rompieron esta ilusión de lo políticamente correcto. Lo que de alguna manera indica que no todo está perdido, si bien depende lo restante por hacer en este sendero a retomar.

Uno de los gritos a los que nos referimos fue el de Julian Casablancas, cantante de The Strokes. Desde el escenario de un festival alumbrado desde coordenadas alternativas [NdR: fundado por Perry Farrel, líder de los rockeros de garaje Jane´s Adictions] se cansó de protestar por el altísimo sonido de un tal Jules Quiles, artista bailantero que actuaba en un escenario contiguo y cuyo sonido invadió por completo al show de la banda neoyorkina.

“Algún día vamos a dar un show normal en Argentina”, ironizó Casablancas, dejando en claro que su posición no es del todo hospitalaria a denominar “rock” o “alternativo” a todo esperpento que pudiese surgir de los parlantes. En su condición de músicos, el grupo emprendió con una autoparodia a ritmo de taxi agarra-todo-bache-posible y conversión al japonés de la letra “R” (pronúnciese L). Fue en el tema “Razorblade”, mientras que en “Reptilia” copiaron con desparpajo los extraños sonidos emanados desde las tablas vecinas, como para ejemplificar lo poco complicado de aquel estilo.

En lo político, social y económico, el fin de semana también proveyó una protesta no menos enérgica. La senadora Juliana Di Tullio se encargó de enunciarla. La legisladora nacional cuestionó que en nuestro país haya “un 50% de pobres”, situación que le hace difícil “soportar”. “No quiero vivir en un país así”, sentenció en una entrevista con la AM 510.

Además, en un cada vez más dificultoso equilibrio al utilizar lenguaje que permita incluir críticas profundas y cierto halo conciliador, Di Tullio estimo que “el presidente se tiene que poner firme frente a la concentración monopólica”. Un escenario cada vez más difícil en que los asalariados criollos van por el quinto año en el cual sus haberes pierden frente a la inflación. Tal vez por ello, 6 de cada diez argentinos entrevistados dicen no saber quién tomó la descomunal deuda con el FMI. O a lo mejor, al ver los efectos de esto sobre sus bolsillos carezca de importancia diferenciarlo. 

Los movimientos culturales como el rock y algunos en la política tradicionalmente supieron realizar una operación lógica sumamente necesaria para lograr identidad. En gran medida fue el saber lo que no son. Por el lado áspero de la música, a quienes intentaron impostarse como rockers se los denominó “caretas”. Concepto que podría tener alguna utilidad también en la política.

NdR, 20 de marzo de 2022. 


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