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F.P.
El pejotismo renovará este martes la liturgia que se remonta casi 80 años atrás y a cinco días de elecciones presidenciales bisagra para la historia política criolla. La conmemoración en el estadio de Arsenal de Sarandí tendrá como objetivo plantear arenga final que permita el próximo domingo ingresar al balotaje, en medio de una sucesión de números adversos. 
Las cifras que ponen en discusión el porvenir electoral de Sergio Massa no provienen tanto de los sondeos de opinión (que los hay y de los más variados en cuanto a resultados), sino de los indicadores macroeconómicos y sociales. Y en comicios a realizarse a 40 años del regreso de la democracia, también la tutela del FMI instaurada en 1976 ha sido un rasgo que marcó a los gobiernos desarrollados entre 1983 y 2023.
Y de lo que viene, a partir del domingo 22 “ajuste va a haber: uno dice que lo va a hacer lo más suave posible, el otro va a usar un cortafierros que quiere hacer un recorte de 15 puntos” del PBI, previó el investigador Alejandro Horowicz este lunes por la noche en el programa “Brotes Verdes” (C5N). Mientras, en relación a las 4 décadas de democracia, comparó que “antes ser pobre era no tener trabajo, hoy se es pobre siendo un asalariado”, remarcó el especialista en Ciencias Sociales.
Uno de los impedimentos que operó para tal regresión fue la redistribución del ingreso entre las diferentes clases sociales. En el lapso que va desde el año 2016 hasta el tercer trimestre del año pasado, según datos oficiales, la transferencia de los trabajadores hasta el segmento empresario fue de u$s 101.000 millones es decir, “2,2 veces el préstamo delictivo Macri/FMI”, precisó este fin de semana el sociólogo Artemio López.
En parte, lo anterior explica los anuncios en cuentagotas y con cada vez más pronunciada segmentación social que hace el oficialismo nacional. En este tándem de artillería proselitista y oferta económica se pueden contabilizar los diversos capítulos del Previaje, la eliminación de impuesto a las Ganancias para trabajadores de más altos ingresos, junto con bonos y líneas de créditos para jubilados, pensionados y el sector informal.
Con lo cual tiende a alejarse, aún más, todo tipo imaginable de ascenso socioeconómico que había caracterizado por décadas al peronismo anterior a 1976 y al primer tramo -hasta 1987- del gobierno alfonsinista. El que había llegado al poder recordando el Preámbulo de la Constitución Nacional como rumbo por el que la Democracia equivalía a la posibilidad de comer, curar y educar- hasta que la realidad macroeconómica y el FMI convencieron a esta gestión de instaurar el Programa Alimentario Nacional, precursor de planes sociales actuales.
De hecho, las cajas PAN marcaron el inicio de la gestión alfonsinista, a partir de abril de 1984 y con la finalidad de mitigar el hambre y la miseria que había generado la Dictadura cívico-militar. Sin embargo, el Programa asistencial -ideado para 1,2 millones de prójimos- se extendió y se amplió hasta fines del mandato presidencial, con mayor énfasis con el estallido hiperinflacionario de 1989.
De manera tal, la estructuración social diseñada en 1976 por Alfredo Martínez de Hoz a la medida del Fondo Monetario Internacional casi no se vio alterada, a lo largo de las últimas cuatro décadas. Tal vez, con una torta algo más grande el kirchnerismo intentó mejoras parciales, aunque sin afectar el diseño socioeconómico de fondo hoy expresión de un amplio malestar.
En este 17 de octubre, más que el fifty-fifty gravita el 60/40. En este último porcentaje encajan los argentinos que se debaten entre la pobreza y la indigencia. Donde, incluso muchos de ellos cuentan con trabajo formal. Un dato inédito en la historia política y económica de nuestro país. 
NdR, 17 de octubre de 2023.