Por: Federico Pérez (*). 
El consumo de información certera, confiable, o de “mercadería de contrabando” es otra de las líneas de distinción, como hubiese dicho el sociólogo Pierre Bourdieu, entre las clases más acomodadas y las que cuentan con menores recursos. Tres señales captadas por NdeR este fin de semana así lo evidencian, tanto a nivel local como en el plano global, y la proliferación de las “noticias falsas” o fake news son el problema que tiene en frente la sociedad actual.
En el primer caso, el candidato a gobernador “ciudadano” Sergio Leavy, quien en el último congreso partidario de este fin de semana advirtió contra una nueva andanada de trapisondas “noticiosas” para intentar un desensille de simpatizantes. El postulante a la sucesión en el Ejecutivo provincial alertó sobre estas artimañas, desde usinas del oficialismo, y pidió que “sepan entender  muchas jugadas que son carne podrida, no se coman ningún amague de que ya me bajé, que soy el candidato de otro, nada de eso existe”, dijo en el encuentro celebrado en el club Luz y Fuerza.  
Pocos días atrás, Leavy mantuvo en off conversaciones con dos altas figuras del oficialismo provincial y capitalino, a quienes aclaró su nula vinculación con un video que le cargaba en la cuenta de su home banking proselitista sendos ataques ligados a una investigación que se tramita en la justicia federal. Si bien el armado de esta “fake news”, carente de virtuosismo técnico, remitió al establo correspondiente aquella charla bastó para dejar este entredicho prefabricado bien en claro.
Otra pista en la misma dirección es la conferencia que, destinada a un público de holgada capacidad económica y que carga estas ponencias como auténtica inversión, tendrá en la semana sobre sus hombros Geysha González. La segunda en el Centro de Eurasia del Consejo Atlántico, ex asesora de los gobiernos estadounidense y británico, analizará este jueves para este selecto público: “El impacto de la desinformación en la comunicación. Los efectos nocivos de las noticias falsas en un mundo globalizado”. Un asunto muy elocuente.
La reminiscencia que el diseño y los colores de cada cucarda con las que aterriza González en tierra gaucha deriva la atención hacia un polo ideológico bastante alejado, respecto a lo que capta el radar “ciudadano”. Sin embargo, la preocupación por los mismos caballos de Troya que contienen cientos de señuelos falazmente tomados como noticias les resulta bastante común.
En tanto que un tercer rasgo de esta problemática es la Ley contra la Desinformación, flamante plexo normativo que semanas atrás entró en vigor para todo el territorio francés y dispone controles a plataformas como Twitter y Facebook. Designados como auténticas fondas en las que suelen servirse platos noticiosos cuestionables a nivel bromatológico, el investigador Jean-Phillipe Derosier (https://www.ambito.com/campanas-electorales-tiempos-fake-news-el-caso-francia-y-su-ley-contra-la-desinformacion-n5033530) le explicó acabadamente al diario Ámbito Financiero sobre esta cuestión. 
De acuerdo al parecer del investigador galo, destacó de la nueva ley vigente en su país “un artículo que da la definición de la noticia falsa como engañosa, incompleta que tiene como objetivo influir en un escrutinio”. Derosier especificó que en los tres meses dedicados al proselitismo “cualquier elector puede introducir un recurso de emergencia (NdeR: equivalente a una acción de amparo) a un juez, que será el único que atienda a estos temas, para denunciar una noticia falsa”.
El vice de la Eurozona, Franz Timmermans, advirtió reiteradamente que la proliferación de “carne en mal estado” en el campo informativo –casi exclusivamente en soporte digital- es de una naturaleza “abrumadora”. En un par de años, incluso, la consultora Gartner adelantó que será mayor la cantidad de “falsas” noticias que las verdaderas, desde el punto de vista de lo que consumirá el público masivo en todo el mundo.
Por otro lado, el fenómeno de “infoxicación” es otro de los males que afecta a una gran parte del público en la cultura actual, con una gran cantidad de ciudadanos que supone “estar informado”. Sin embargo, tal creencia no es más que una superstición demasiado extendida y sobre todo desmentida, en cualquier escena de café en la que un repasante de títulos de portales recurre a un parroquiano efectivamente informado (por lo general, con periódico de papel en mano) con el fin de aclarar la incertidumbre, producida por una ingesta de noticias.
Crédito fotográfico: La Jornada (Perú). 
(*).  NdeR, 26 de mayo de 2019.