Una beldad no tan de veldad

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Una beldad no tan de veldad
Una beldad no tan de veldad

Como diría un chino, primero mostrando los papiros y luego toda la pirotecnia que se les ocurra. Un orden de prioridades de mucha utilidad al referirnos al intangible mundo de los avances tecnológicos y la Inteligencia Artificial, en particular. Áreas sobre las cuáles se montaron recientes anuncios de inversiones multimillonarias en medio de una humareda que a continuación trataremos de disipar.


#DatosAlCentro

M.R.

Una mirada no desprovista de sorna es la que seguramente lanzan los inventores de Deepseek y Manus AI, dos compañías chinas situadas a la vanguardia en el desarrollo de modelos de pensamiento autónomo en el ámbito digital. Todo es posible, luego del compendio de chapucerías que resumió el reciente anuncio de Sam Altman (OpenAI) y su anuncio de afincarse en suelo criollo.

En tal desborde de entusiasmo, a lo mejor el ejecutivo de OpenAI pudo haber multiplicado por 25 el monto necesario para abrir un centro de datos en nuestro país. Una base operativa como ésta podría construirse por entre u$s 1.000 y u$s 5.000 millones, más no por u$s 25.000 millones como le hicieron decir a Altman desde el mileidismo.

Es de esperar que lo de Altman y Milei no desembarque en las bravas costas de Wall Street, ya que un comparativo de costos y capacidad operativa recientemente le proveyó al programador e inversor una sonora visita a la lona. En enero último, los operadores del reducto bursátil neoyorkino se anoticiaron que Deepseek requirió una inversión por no más de u$s 6 millones y su desarrollo se efectuó en 60 días. Novedad que ocasionó pérdidas a NVIDIA por u$s 600.000 millones en un solo día.

En los análisis recibidos por los brokers estadounidenses detallaron que el modelo lingüístico chino (gratuito y de código abierto) dejó atrás a competidores como el GPT-4o justamente de OpenAI, además del Gemini 2.0 Flash de Google, Claude 3.5 Sonnet de Anthropic y Llama 3.1 de Meta. Así, DeepSeek probó ser más eficiente en la resolución de problemas matemáticos y de codificación complejos mediante cambios en su programación o en la forma en la que procesa información, lo que abarata costos.

En cambio, lo que es una inversión para asumir con total seriedad en Inteligencia Artificial es la/s fuente/s de energía para su funcionamiento. Los centros de datos suelen representar una demanda cercana a los 500 megavatios [NdR: otra asignatura en la que los chinos llevan la delantera, luego de anunciar esta semana la puesta en funcionamiento en el desierto de Gansu de 30.000 heliostatos para una megacentral solar].

Pero este fue otro de los vértices macilentos en la presentación hecha por Altman, en un ahora famoso video de dos minutos de duración. El directivo de OpenAI había adelantado que la ignota compañía Sur Energy se ocuparía de inyectar los 500 MW, aunque a juzgar por su destartalado portal de internet dicha tarea resultaría casi imposible de concretarse.

Es un rasgo poco conocido que los centros de datos, a fin de escalar en potencia hasta lograron servirse de la energía generada en plantas que usan combustibles fósiles, antes que contribuir a las fuentes renovables. Por lo cual, el investigador Roberto Salvarezza estimó que “sólo parece un acuerdo de entendimiento”, faltarían varios pasos importantes que dar y por ello mismo “parece más un anuncio político parte de la campaña”.

Por todo esto, el balbuceo hecho por Altman fue objeto de innumerables expresiones de recelo, principalmente en materia de honestidad intelectual. A lo que se le suma la competencia de los avances tecnológicos chinos y, en particular, su condición de ser para uso gratuito y de código abierto. Motivo adicional para desconfiar sobre una eventual inversión de OpenAI en nuestro país, con el fin de dar batalla en el contexto de una guerra que no pinta nada bien.


NdR, 14 de octubre de 2025.

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