#GeneracionChoreo
M.R.
El pungueo intelectual posiblemente sea lo que mejor defina aproximadamente la entidad que hoy conocemos como Inteligencia Artificial. Esto es lo que dijo en la semana la experta en este asunto, la socióloga argentina Milagros Miceli, una de las tantas voces críticas a este respecto.
En particular, Miceli cuestionó la descripción de la IA como tarea generativa. Por el contrario, aclaró que “muchas de estas tecnologías se basan en el robo de la propiedad intelectual de artistas, de periodistas, de escritores, del trabajo de los y las traductoras”, dijo en una entrevista con el diario Ámbito Financiero.
En opinión de Miceli, el uso de la palabra generativa resulta altamente cuestionable porque da por sentado “como si estas tecnologías generaran algo”. Cuando en realidad, “lo único que hacen es robar el trabajo creativo de las personas, remixarlo y crear algo que es bastante feo y de poca calidad, por cierto”.
Pues este acervo es lo que los expertos informáticos admiten utilizar “para entrenar conjuntos de datos sin el permiso de aquellos y aquellas que han producido este material”. Todo un trabajo no retribuido a quienes pusieron su esfuerzo al servicio de estas creaciones o invenciones, en diferentes ramas de la actividad intelectual y/o científica.
El apego por las creaciones ajenas se usa con finalidad comercial, a diferencia de acciones más altruistas como alguna investigación para la cura de enfermedades que acarrean altos índices de mortalidad. En contraste, éstas “son herramientas que terminan siendo para la ganancia de unos pocos”, puntualizó la socióloga al final de esta semana.
Desde un punto de vista crítico sobre la Inteligencia Artificial, Miceli advirtió sobre “la concentración de poder que producen estas tecnologías en manos de unas pocas empresas que terminan enriqueciéndose desmedidamente”. Además, la explotación de recursos naturales -principalmente el agua potable que se utiliza para refrigerar los data centers- y el altísimo consumo de energía que requieren.
A lo que se suma el efecto ideológico que produce este tipo de tecnologías, en materia de “imponer verdades o imponer arbitrariedades como si fueran verdad” que nadie pudiese cuestionar. Por ello, alertó acerca de la imposición de “un paradigma tecnológico único”, ya que “las tecnologías siempre son políticas”, en el sentido que diferencian entre “quién tiene los medios de producción y quién no, quién tiene los datos y quién no”. Es decir, una puja de poder. 
NdR, 8 de diciembre de 2025.