#RevelacionRioCuarto
M.R.
El nuevo dato sobre rastros genéticos que permitirían resolver el crimen de Nora Dalmasso nos lleva hasta la retrospectiva crítica del accionar judicial y periodístico. La precisión dada este lunes por el fiscal cordobés Pablo Jávega en relación al resultado del mapeo genético fue contundente, al apuntar pruebas hacia Roberto Bárzola, lustrador de pisos en el country donde se produjo el crimen hace 18 años.
En el transcurso, en medio de una investigación judicial oprobiosa, hubo de todo. Empezando por la proliferación de chusmeríos barriales ventilados en off the reccord desde la propia justicia provincial y trascendidos periodísticos que se hicieron eco de los primeros, sin mayor remilgo a la hora de su publicación.
En un contexto en que la imagen de “trola” y los juegos de azar sexuales entre el sector de más altos recursos fueron revoleados sobre la víctima, su entorno familiar y círculo de amigos, a partir de la malicia como único condimento. En contra de las hipótesis hilvanadas por criminalistas de reconocido profesionalismo, muchos dequienes habían advertido la necesidad de investigar en serio y a personas que habían tenido cierta actividad cercana a Dalmasso, en las horas previas a su deceso.
El rasgo genético compatible con el del lustrador -Bárzola- hasta fue detectado en el área púbica de la víctima, hallada el 26 de noviembre de 2006 en un country de la ciudad de Río Cuarto. Así, finalmente sepultó las conjeturas más descabelladas planteadas anteriormente por la justicia mediterránea, las que fueron desde un crimen por encargo o un asesinato intra familiar, hasta un supuesto amante de la mujer ultimada que en medio de un juego íntimo habría terminado accidentalmente en tal desenlace.
A diferencia de lo informado este lunes por el fiscal Jávega, ninguna de las ´líneas´ previas contaba con el debido respaldo, respecto a pruebas y/o indicios. Solamente estaban asentadas en la motivación de ´estirar la lengua´ apresuradamente y moverse al calor de los prejuicios más irracionales que se pueda cualquiera imaginar.
Aún en contra de la recomendación hecha por prestigiosos expertos como Raúl Torre, Osvaldo Raffo y Juan Fenoglio, contratados por la familia Macarrón con el fin de aportar su sapiencia. Producto de este trabajo, los tres especialistas pusieron la lupa en las mordeduras que había en el cadáver de Nora Dalmasso, al igual que las señales entre sus piernas indicativas que se había ejercido violencia.
Paradójicamente resultó más feraz la elucubración acerca de las pistas políticas o la desviación del caso hacia el aspecto partidario. Al calor del nexo que ligaba al viudo Marcelo Macarrón, con el ex Gobernador José Manuel De la Sota, el cual existía, ninguno de los dos lo ocultaba, pero no tenía incidencia alguna en la resolución del asesinato.
Incluso, hay quienes recordaron que el nombre de Bárzola fue sugerido por abogados de la familia Macarrón a los pesquisas de la justicia provincial ya en 2007. Claro, entre otros ligados en cercanía territorial al hecho delictivo ocurrido el 25 de noviembre del año anterior en el club de campo Villa Golf.
Por esto, uno de los que fue demorado por la Fiscalía riocuartense fue Gastón Zárate, pintor quien por aquel tiempo había realizado trabajos en la casa del matrimonio Macarrón-Dalmasso. Pero luego fue liberado, tras una campaña mediática que interfirió con esta línea de indagación, intentando achacar una supuesta intención de tapar el crimen por motivaciones políticas.
Los fiscales de aquel entonces, Javier Di Santo, Fernando Moine y Marcelo Hidalgo intentaron por esta vía, pero sin profundizar demasiado en el apartado de las pruebas y de los indicios. Todo amplificado por los medios de prensa locales y nacionales, pertinaces en las publicaciones folletinescas, de ficción, antes que preceptos profesionales y de honestidad intelectual.
Pudo ser, a partir de lo fotogénica que había sido en vida la mujer asesinada lo que muchas veces dinamiza el morbo en el prójimo.
Cabe recordar que también se detuvo al hijo del matrimonio, Facundo Macarrón, de quien habían sólidas coartadas de su permanencia en la capital provincial -a casi 250 kilómetros de Río Cuarto- en la noche del sangriento suceso. El muchacho estudiaba en la principal ciudad mediterránea, pero eso no le evitó ser otro blanco (al igual que su madre fallecida) de cualquier ofidio judicial y periodístico que le apuntó hacia su sexualidad. Un bochorno tras otro como una cortina de humo ahora develada, gracias al aporte de la ciencia. 
NdR, 23 de diciembre de 2024.