La identificación de ADN correspondiente a un empleado en tareas del hogar de los Macarrón-Dalmasso posibilitó poner lápida a una sucesión de idioteces. Hablamos del crimen de la mujer ocurrido en noviembre de 2006, investigado de manera horrenda por la justicia y peor cubierto por la prensa. Un doble mea culpa sobre el cual ponemos a continuación un dedo en la llaga.