#AbajoProduccionVino
F.P.
La caída en el consumo de vinos es una tendencia a nivel internacional, pero si a esto se le suma la aplicación del modelo mileidista la combinación podría ser mortal también para esta actividad en la Argentina actual. En la provincia de Mendoza se vive esta situación que amenaza a un rubro proveedor de sustento para 100.000 familias.
El declive en la demanda de vino es un hecho global ineludible, a tal punto que muchos de los “chateau” franceses optaron por reconvertirse en granjas dedicadas al enoturismo. Producción más modesta, subsidios del Estado galo para controlar el exceso de producción (reconversión del vino en alcohol para desinfectantes y perfumes) y auténticas batallas campales en los Pirineos con la finalidad de impedir el ingreso de los “rioja” y los “rivera del Duero” a territorio francés.
Ni qué hablar de los viñateros argentinos en la cada vez más complicada misión de ingresar al mercado eurocomunitario con brebajes arrullados en suelo criollo. Algo de eso está en desarrollo en la cuyana provincia de Mendoza, lo que se suma a los vientos de frente que hace soplar el gobierno a cargo del mileidismo.
En la última década y media, 3.800 viñateros mendocinos abandonaron sus fincas implantadas con vid, de los que hasta hoy quedan 14.000 productores. Aunque muchos de ellos están en la cuerda floja por la suba del gasoil, la energía eléctrica, el precio de los agroquímicos y los servicios en general.
Pese a la condición de socio del Ejecutivo nacional, el gobierno mendocino tampoco logró un saldo exitoso en la reparación de rutas y autopistas, ni qué hablar sobre la construcción de nuevos corredores viales. La misma suerte que parece correr el transporte por ferrocarril, presto a ser archivado definitivamente por Casa Rosada.
Un panorama con tendencia a ensombrecerse aún más, si Casa Rosada avanza en el acuerdo marco en materia comercial, informado el pasado 13 de noviembre por la Casa Blanca. Uno de cuyos puntos es la quita de aranceles a los bienes manufacturados en suelo gringo, lo que hace temer por un ingreso irrestricto de elixires de Napa Valley al mercado local.
En el último año y medio, esta situación internacional afectó al sector local con el precio sujetado. Y donde peor esto pegó fue en los finqueros o productores chicos, quienes en su mayoría proveen a las grandes bodegas (las que a su vez tienen sus propias plantaciones) y generan unos 100.000 empleos.
Sin embargo, este modelo está en peligro de extinguirse y ser reemplazado por lo que sucede cruzando la cordillera, donde hay pocos productores en posesión de extensa superficie cultivada con vid. Un factor adicional que opera en la misma dirección que a nivel global es la normativa de “Alcohol 0”, refractaria al consumo hasta de la partícula más ínfima de vino. De esta opinión es el bodeguero José Antonio Zuccardi y así se lo dijo en la semana al canal DW.
Una posibilidad es reconvertir la actividad hacia la producción de jugos de uva concentrados en modalidad cooperativa o bien en esta misma forma para los vinos de calidad. Otra opción es por la que fueron los “chateau” franceses la veta del enoturismo.
De manera tal, los tarifazos del mileidismo en los servicios públicos elevaron los costos para la producción vitivinícola, lo que redujo el margen para los viñateros que a su vez arrastran un bajo valor de la uva y declinación a nivel internacional en el consumo de estos elixires.
Una proyección que trasciende la estacionalidad en las ventas de fin de año y plantea varias preguntas hacia el año próximo. No sólo en la región de Cuyo, sino también en las demás zonas situadas al noroeste del país como en la franja más alta de la región patagónica.
NdR, 30 de noviembre de 2025.
