#ComoSeVotaEnVeinticinco
M.R.
Los tifossi del híper cuestionado método de voto electrónico sabrán mantener el bajo perfil, mientras caen los cuestionamientos encima de su pariente más pulcro: el voto con Boleta única de papel. Este último mecanismo de sufragio aprobado recientemente por el parlamento nacional, si bien ofrece ciertos reaseguros en cuanto a la voluntad popular, es blanco de objeciones de orden técnico.
La inferencia inmediata es que el voto en papel o partidista se mantiene como el sistema más fidedigno al manifiesto cívico, más allá del pajueranismo electoral con la BUP (ni qué hablar del pajueranismo tecnológico con el electrovoto). Al método RAP/Embajada convertido en ley pocos días atrás, le llovieron a poco de comenzar a trotar advertencias por la improvisación con la que se intenta implementarlo. Lo cual se agrava por la Stihl del mileidismo hacia organismos indispensables para garantizar comicios nacionales.
En distritos como Santa Fe, Córdoba y Mendoza, en los que se utiliza la Boleta Única de Papel, el aluvión de votos nulos o en blanco atestigua la confusión que el sistema provoca en miles de electores. Ya fuere porque marcan con una cruz a dos candidatos diferentes de una misma categoría o bien porque la ponen en el casillero de postulantes de una categoría y no en el resto de los candidatos a cargos electivos de otras.
A lo anterior se suma la hipótesis de diversos expertos, quienes mencionan la elevada probabilidad respecto a la aparición de votos con exceso de cruces -camino a ser anulado- en mesas donde una determinada fuerza política no cuenta con fiscales. Para peor, en un escenario en que la Stihl mileidista reiteró el avance de los recortes hacia la Casa de la Moneda -encargada de imprimir los padrones- y el Correo Argentino, donde ya despidió a 5.000 empleados en el organismo que tiene a su cargo la distribución de urnas en todo el país.
La exagerada simplificación el oficialismo y sus aliados en Juntos por el Tipo de Cambio y el ridiculismo le asigna a la BUP virtudes casi mágicas. Principalmente, debido a que será el Estado nacional el único proveedor de papeletas para sufragio y así evitará robo de boletas, el voto en cadena o el voto inducido (pese a que los expertos sindican a estas prácticas como de un pasado bastante añejo).
En tanto, las versiones en cuanto al cierre de la Casa de la Moneda son cada vez más insistentes. Esta entidad no sólo se ocupa de la impresión de billetes, sino también de la elaboración de padrones y planillas para instruir a las autoridades electorales.
A lo anterior lo afea aún más la cadena de despidos en el Correo Argentino, el cual se encarga del operativo comicios, a través de personal, vehículos, lanchas y hasta mulas para arribar a lugares alejados. Con 5.000 bajas en esta empresa, desde la justicia federal con competencia electoral alertan que las elecciones 2025 están en riesgo.
Al respecto, dos hechos no pasaron desapercibidos en las últimas semanas. Uno fue el alejamiento del responsable del Servicio Electoral del Correo, Diego Fernández Oliver, quien se fue a trabajar a la Secretaría de Turismo con Scioli. El otro fue la contratación en rol de asesor del director nacional Electoral, Alejandro Tullio, por parte del Correo Argentino. Un enroque que no debiera pasar desapercibido, en medio de semejante cambio en el paradigma de votación.
Justo cuando las encuestas empiezan a desfavorecer a la gestión minarquista, mudanza previsible en el humor social en vistas de la cada vez peor situación económica. Y dejando atrás un sistema -el voto partidista- sin una sola denuncia sustentable que haya podido evolucionar siquiera para investigar un fraude durante los últimos 40 años. 
NdR, 7 de octubre de 2024.