Cuanto vale el tecito de tía Yiya

- COSAS SINGULARES

Cuanto vale el tecito de tía Yiya
Cuanto vale el tecito de tía Yiya

El ajuar más famoso de la historia criminal argentina sale a subasta, con base en u$s 12.000 para empezar la puja. La vajilla de Cristina Bernal, utilizada para despejar reclamos monetarios a costa de la vida de prójimos, es decir, Yiya Murano. Un nombre que es casi un molde a los ojos de los argentinos.


#SconesMortales

Con una base en u$s 12.000 dólares este fin de semana comenzará la subasta del juego de té más temido: el que usaba Yiya Murano en los agasajos finales a sus amigas, luego de lo cual dejaban sus rupias y pasaban a la condición de ex. La historia de “La envenenadora de Montserrat” es el morbo que motoriza esta compulsa, alrededor de la vajilla mortal. 

Su hijo, Martín Murano, es quien lleva adelante esta iniciativa que tendrá una finalidad benéfica. El hijo de Yiya se propuso que en función de lo recaudado se ayudará al Refugio de Mili González, el cual ofrece albergue a 50 mascotas en la ciudad de Mar del Plata.

Por ello, los interesados en adquirir esta vajilla deberán girar sus ofertas al correo electrónico: miradasdelcrimen@gmail.com . De manera tal que la moción financiera más elevada, en función de tal reliquia macabra, será la que consiga quedarse con ella y, tal vez, ofrecerla a mayor precio en un futuro cercano.

Es que la historia en torno a las sesiones de té, organizadas por Cristina Bernal de Murano, hacia fines de los años 70 aún conmueven y estremecen por el misterio que rodea a este caso policial. La mujer administraba cianuro a sus víctimas, a quienes previamente había tenido la amabilidad de acercar con promesas de inversión en la bicicleta financiera (lo que convertía en una certeza lo de “en este país nadie hace la plata trabajando”, del precursor de Luis B, José Alfredo Martínez de Hoz), que en una primera probada era rentable y en una segunda quedaba en la nebulosa.

De tal manera, la confianza ganada por Yiya servía de anzuelo para operaciones de reinversión -garantizadas con firma de pagarés- que suministraban la ocasión de juntarse a tomar te y charlar sobre bueyes perdidos. Pero en su mente, la de Murano, no figuraba la retribución de intereses y menos del capital, una ecuación para la cual cerraba únicamente la eliminación del prójimo o inversora. 

Como eran tiempos en que la timba o bicicleta financiera eran tan comunes como la desaparición de personas, un 24 de marzo del 79 internaron de urgencia a doña Mema Del Giorgio de Venturini. La mujer, tras sentir un malestar se arrastró hasta el pasillo del edifico en que vivía y cayó al sentir mareos. Quien llegó para asistirla fue la buena de Cristina Bernal, quien con gran preocupación, se las ingenió para consultar a los vecinos si Mema había dicho algo antes de su caída.

Camino al hospital, en medio de los estertores que daba Del Giorgio de Venturini, Yiya no sólo alcanzó a vislumbrar el resultado de su industria. También se ocupó de las consecuencias, por ello preguntó al médico si sería necesaria la realización de una autopsia.

Luego de las malas noticias provenientes del nosocomio, vocablo que no presagia nada bueno tal vez por contener varias “o”, Diana Venturini detectó el faltante de unos pagarés, en medio del shock por la muerte de su madre. Tras consultar al portero del edificio, hilvanó que Yiya había llegado en medio de la descompensación de su madre, había pedido la llave del departamento con el fin de alertar a sus familiares, un aviso que Diana contrastó que jamás llegó. Por lo cual, con este dato, más el faltante de los pagarés, fue hasta la comisaría más próxima. 

El deschave a Yiya se dio mediante una investigación, no del todo minuciosa, pero al fin y al cabo, eficaz. Además del destino mortuorio para Del Giorgio de Venturini (prima de Murano), también se detectó un epílogo idéntico para su vecina Nilda Adelina Gamba y Lelia Elida Formisano, pero sólo en términos conjeturales.

La autopsia decisiva fue la realizada a Del Giorgio de Venturini, en cuyo cuerpo se detectó la presencia de cianuro. En cambio, en los casos de Gamba y Formisano,  inhumadas en tierra, esa tarea no arrojaría resultados decisivos ya que en el proceso de descomposición de los cuerpos una de las sustancias que se forman es el clorhidrato de cianuro [NdR: lo cual impide establecer si la sustancia esta allí por causas naturales o por haber sido ingerida en vida].

En abril del 79, la policía detuvo a Yiya en su casa de calle México, en el barrio porteño de Montserrat. Al año siguiente, en el penal de Ezeiza le detectaron un tumor en el cerebro y se lo extirparon. En junio del 82, el juez Angel Mercado decidió absolverla y la dejó en libertad. Tres años más tarde sus excusas que “nunca invité a nadie a comer” fueron desoídas y la decisión de Mercado se revisó y le confirmaron la condena.

Así que luego de 16 años de estar presa, la norma procesal del 2x1 le permitió volver a salir en libertad. En agradecimiento a los magistrados, Yiya envió una caja de bombones. Pero, ya sin invitación alguna a tomar el te. 

(++) Martín Murano supone que, además de los tres crímenes de los que se acusó a Yiya (su madre, a quien se niega a denominarla así) pudieron haber sucedido un total de 11 casos similares. Los cuáles no se detectaron por impericia de autoridades judiciales.  


NdR, 8 de septiembre de 2023. 

Este artículo está optimizado para dispositivos móviles.
Leer Versión Completa