#LasSASdeMonges #Pistasenaceitadas
F.P.
El perfil mercantil del extinto Darío Monges mantiene esta semana la atención sobre la investigación sobre el hiper violento crimen, descubierto el pasado 3 de septiembre en barrio El Círculo. El dirigente político había fundado una docena de compañías, a través de la figura de Sociedades Anónimas Simplificadas, 9 de las cuáles se habían alumbrado el 2 de septiembre de 2020. O sea, no llegaron a cumplir dos años de existencia. 
Otro de los indicios a profundizar, por parte de la justicia federal –la Procuración sobre Narcorciminalidad desembarcó la semana anterior en el caso- serán las incongruencias en domicilios expuestos por Monges en cada una de estas cáscaras corporativas. En algunas de ellas, el dirigente político e inversionista había declarado un domicilio vecino a SAETA, en calle Pellegrini al 895 en otras, optó por designar para actividades  comerciales direcciones en barrio Grand Bourg, Intersindical, en la localidad de San Luis y hasta en la jujeña de El Carmen.
En cambio, se reitera en muchos casos la participación de Agustín Sebastián Ortiz (quien igualmente alternaba domicilios en Torres Balcarce con su condición de Administrador titular, en unas y Administrador suplente, en otras). Siempre en compañías del rubro agroalimentario, transporte y almacenamiento, comercio exterior, consultoría y fiduciaria.
La pista del crimen narco figura como hipótesis más dinámica, en vistas de los cinco disparos que se administraron para ultimar a Monges. Pero también por sus visitas en junio pasado a un sicario de grupos narco –Oscar Alejandro Díaz- con un salvoconducto provisto por el entonces Secretario de Seguridad provincial, Benjamín Cruz, el que le permitió hacerse pasar por abogado del programa de Testigos Protegidos.
Su tertulia con el contratista ligado al otro lado del mostrador celestial y la fecha de fundación de nueve empresas, contrastado con la fecha del hallazgo de su cadáver el primer sábado de septiembre en zona sudeste, tal vez sean coincidencias superfluas o puede que no. Como lo anticipamos el lunes pasado en este portal [NdR: ver artículo “Caso Monges: las pitas comerciales”, 12 de septiembre de 2022], había otras aristas por dilucidar.
La elección de Monges para desplegar su actividad mercantil o dar esta impresión hacia afuera recayó en la figura de las “sociedades relámpago” o SAS, puestas en funcionamiento durante el gobierno macriano. Aquella gestión, en su momento argumentó a favor de las SAS que funcionarían como vector de la “lluvia de inversiones”, pese a las airadas advertencias que ello favorecería un halo de legislación panameña que dificulta determinar el origen de tales fondos de “inversionistas”.
Bajo este paraguas, Monges parece haber aprovechado la pandemia para darle al teclado y redactar estatutos para un octeto de Sociedades Anónimas Simplificadas, cuya piedra fundacional dispuso un mismo día: 2 de septiembre de 2020. Es decir, en plena restricción por la pandemia de coronavirus que casi había desertificado los paisajes urbanos y rurales en Salta, Jujuy y todo el país. Y por supuesto, sin saber que 731 días después no podría contarlo. 
En este contexto, según publicó esta semana el portal colega Buufo.com Monges creó:  “Brascom”, junto a Agustín Sebastián Ortiz “Mongext” “Criptocom” “Nextbra” “Mufasa” “Argenbras”: “Dorman” “Bragen” y “Bridgen”. Eran 9 tortas de cumpleaños que apenas si alcanzaron a apagarse, hasta el macabro descubrimiento del sábado 3 de septiembre en barrio El Círculo.  
Además, en diciembre de 2020 logró conformar otra de las SAS, “Motril” y al mes siguiente, en enero de 2021 “Surix”. A las que ya se sumaba la mencionada “Norfish”, inscripta ante las autoridades de la vecina provincia de Jujuy, aunque en la que Monges había declarado un domicilio como vecino de Vaqueros, departamento La Caldera.
NdR, 14 de septiembre de 2022.