#Dimensiondesconocidamccartysmo
M. Rocamora. 
El escritor y guionista Rod Serling se mataría de risa, luego de advertir los malabares en los que en días actuales hacen las plataformas que producen películas históricas, épicas o de ciencia ficción.  El tipo nada más que con un lápiz y un papel se las ingenió para crear la serie de televisión The Twilight Zone, la que por estas latitudes se traduciría como La Dimensión Desconocida.
Este fin de semana, Anne Serling, su hija, recordó que “hace sesenta y tres años, en octubre de 1959, se estrenó The Twilight Zone. Como decía mi papá: El papel del escritor es amenazar la conciencia del público”. La hoy difusora/divulgadora de la obra del neoyorkino rememoró que un creador “debe tener una posición, un punto de vista. Debe ver las artes como un vehículo de crítica social y debe centrarse en los problemas de su tiempo”.
Es que en pleno maccarthysmo, Serling apeló a la ciencia ficción para emitir sutiles críticas al fascismo de postguerra, a la moralina y a la teatralización del estilo de vida estadounidense. Y eso que Joseph McCarthy, el borrachín con un delirium tremens sui géneris (en cualquier piringundín cercano al Congreso ideaba imputaciones de agente ruso o comunista a cualquier persona que no le agradaba o no entendía, con lo cual crecía el número de salpicados por su lengua de ofidio) que había fallecido en 1957, pero su legado permanecía. 
La famosa serie tenía también a Rod como presentador, a lo largo de las emisiones que se hicieron entre los años 1959 y 1964. Fueron más de un centenar y medio de episodios que aún en la actualidad –en blanco y negro- provocarían el asombro de los televidentes. En este desafío extraído de la física teórica, como un escenario en el cual se pueden mezclar la realidad con los sueños.
Seguimos con lo reseñado por Anne Serling: “Él tenía esa rara cualidad de estar capacitado de aferrarse a las cosas que usualmente nos pasan desapercibidas. Ese fue su costado suave, una tierna intensidad. Él tenía una caja llena de viejas cartas de sus amigos de la infancia, sus padres y su hermano, la que miraba con un estado de ánimo siempre nostálgico”. 
A propósito del otro Serling –Bob, también escritor- lo recordaría como un compañero para la colección y lectura de revistas pulp, al estilo de “Amazing Stories”, “Astounding Stories”, o “Weird Tales”, sus primeras fuentes de inspiración. “Si nosotros veíamos una película juntos, íbamos a casa e interpretábamos todos los papeles nosotros dos. Nuestras bicicletas se convertían en aeroplanos con ametralladoras”, detallaría Bob a Marc Zicree, el autor del libro Cómo se hizo la Dimensión Desconocida.
Hasta que el último toque a su genialidad lo terminó de dar la censura imperante en medios masivos como la radio, la televisión y el ambiente literario. Cansado que le retoquen sus guiones, Rod Serling hilvanó un escenario fantástico armado de “cosas que no pueden ser dichas por un republicano o un demócrata, pueden ser dichas por un marciano”.  Un asunto que de algún lado todos conocemos. 
NdR, 8 de octubre de 2022.