#Elpaisajedelpoder #DeSaltaaPinamar
M.R.
El interinato de Antonio Marocco al frente del Ejecutivo provincial expuso a la superficie una seguidilla de recelos de cabotaje que anidan hacia el interior del oficialismo. Con el Vicegobernador en el encuentro con funcionarios nacionales con quiénes trató a mediados de semana efectos de la negociación con el FMI, mientras Gustavo Sáenz descansa en Pinamar, tal subrogancia no pasó desapercibida.
En el Gabinete gaucho es reconocido por lo puntilloso del titular del Senado provincial el abordaje de cada resolución o norma administrativa que lleva su rúbrica. Por lo tanto, en los diez días que restan definiendo el delivery burocrático con su firma no se aguardan zarandeos. Tampoco la emisión de documentación que implique controversia u operaciones que no guarden proporcionalidad entre el monto a invertir y la tarea estatal a desarrollar.
Más bien, la ausencia del titular del Ejecutivo salteño –a quien el diario La Nación ubicó en Pinamar el pasado 4 de enero- descentró algunos cuestionamientos hacia la comunicación oficial. Una función en la que la gestión saenziana nunca tuvo su rasgo fuerte -ni siquiera en la etapa más cruda y mortal de la pandemia- aunque en los días finales de 2021 y comienzos del nuevo año vio dirigir encendidas críticas, recomendaciones y airadas prescripciones rumbo a un área recientemente recauchutada.
La aparición de catadores de estrategias de comunicación, más que la destreza de su titular [NdR: Javier Lamas, asumido en diciembre pasado] denotó lo alambicado en lo que se convierte tomar decisiones con el actual organigrama gubernamental. Desde la misma entrada a boxes que se vio obligado a realizar el mandatario salteño –a mediados de diciembre ´21- o la licencia por vacaciones actual permiten avizorar la odisea que puede constituir la difusión de estos simples acontecimientos, toda vez que esta acción queda supeditada a los designios de la bicéfala Jefatura de Gabinete (a la que el antojo saenziano denominó Coordinaciones).
Tal vez, se podrían haber realizado dichas tareas de manera ágil y con eficiencia. Pero la dinámica que impone el calendario administrativo se encuentra más propensa a fijarse más en el porvenir que en los ayeres (asignatura con cinemática en rebobinado, reservada para el Gobernador y su equipo de estrategas). De modo tal que tal desenvolvimiento podrá ser mejorado en el transcurso de las próximas semanas.
En este contexto, las tentativas de proyectar al reemplazante temporario a un escenario de cierta permanencia en el principal cargo provincial, al igual que la seguidilla de trascendidos echados a rodar en cuanto a la salud saenziana, más bien parecerían señalar la intentona exógena de imaginar una partición en el binomio ganador en 2019. Si se quiere un complemento de los rumores, casi sin posibilidad alguna de ser corroborados, en relación a la posibilidad que el próximo acompañante 2023 de la escuadra saenziana sea otro dirigente en lugar del hoy Vicegobernador. Sáenz-Abel Cornejo, por ejemplo, es una de las alquimias. Aunque al intentar una contrastación, la respuesta invariable ante tal consulta son los 18 meses que quedan por recorrer.
En este año y medio hipotético que resta del siguiente llamado electoral para cargos provinciales electivos, lo que deberá despejarse es si el romerismo se mantendrá en la entente oficialista o abdicará de dicho sillón. Nunca es bueno desatender aquella regla mnemotécnica, respecto a que la política gaucha está conformada por incidentes de bajo o mediano interés, hasta que en la competencia aparece un Romero. Un apellido que en las horas contemporáneas se repite por tres: Senado nacional, avenida Paraguay 1224 y en Mitre 550.  
NdR, 8 de enero de 2022.