A diferencia de aquella legendaria advertencia de pasarlo, la meta del mileidismo parece algo más modesta: llegar al invierno. Aún con la inyección de dólares provista por el FMI, el cronograma para los desembolsos resulta mucho más alambicado. Esto último, visto desde la panorámica de Balcarce 50, atribulada por la corrida cambiaria de los últimos días.