La vida en las megalópolis propende a delinear vecinos nerviosos, convivencia peliaguda y abultadas cuentas en el diván. Por eso, a lo mejor, no eran las predilectas de George Harrison para vivir. El Beatle más zen con el estigma violento de la muerte de un ex compañero y a la par un reencuentro con viejos compañeros de ruta, como veremos en las siguientes líneas.