La extraña narración de un secuestro descabellado

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La extraña narración de un secuestro descabellado
La extraña narración de un secuestro descabellado

El caso Giménez llama la atención por la grandilocuencia con la que se lo contó y contrasta con la extremada simpleza nacida del proyecto delictivo. Sin mayor esfuerzo, la justicia y las fuerzas de seguridad sacan pecho en estos días, luego del sencillo esclarecimiento. Una jugada con arco vacío para no desaprovechar. O bien el “bovarismo” puesto a funcionar al servicio de un sector del poder.

#GimenezGate #Interrogantesdeunsecuestro

F.P.

La “sofisticación” y enaltecimiento de un reciente caso de secuestro en el área metropolitana (pero más que eso, su rápida y previsible resolución), tal vez sirva a los efectos de reposicionar a la judicatura y sus auxiliares ante la paisanada que atesora escasa valoración sobre su accionar. Un “bovarismo” dinamizado en medio de un proceso de rediseño en uno de los reductos del poder provincial.

Contra toda promoción como de diseño de ingeniería para megaobra asiática, el destartalado plan de captura y retención del empresario Víctor Giménez expone más sobre la condición nano delictiva de perpetradores con más arrojo que neuronas, antes que maquiavélicas iniquidades previstas al detalle.

Cual sortija que calza bien en el anular, el Gimenez Gate sobreviene en los días previos al recambio en la cresta del poder Judicial lugareño, a la espera de la primera mujer como  su titular. También en un escenario de Convención Constituyente invocada con más burbujas que temario, donde asuntos de escasa relevancia para la vida cotidiana de los prójimos como la extensión ad infinitum en los plazos de mandatos de magistrados constituyen la motivación principal.

Acerca del hecho en sí mismo, es pertinente indicar que el Ministerio Público Fiscal y la jueza provincial Ada Zunino tuvieron un accionar que se puede calificar de “correcto”. En especial, puesto que al notar que se trataba de un hecho de tal naturaleza dieron parte a la justicia federal. A su vez, cabe especificar que el juez Julio Bavio remarcó lo “osado” que se desprende de la línea de conducta de los acusados, mientras que para el escenario delictivo gaucho el tipo investigado resulta “novedoso”. Es decir, pudo haber sido debut y despedida para esta cuatrifecta de “hijackers”.

En comparación, el caso de secuestro mencionado permite colocarlo en los estantes inferiores de la estratificación diferenciada, confeccionada desde el propio ambiente del hampa. Ello en función de lo que pudo reconstruirse de la enclenque planificación de la captura, las locaciones elegidas para la retención de Giménez, el impresionante zigzagueo en la cotización del botín exigible, la indefinición de roles dentro de la banda, el notable desconocimiento tecnológico de sus integrantes, y la imprevisión en cuanto a las vías de escape, entre otros.  

Estas son algunas de las aristas más llamativas de la chambonería con la que actuó esta “peligrosa” banda de secuestradores:

A) El área de acción de lo que se presenta como una banda de secuestradores, penosamente remite a la región metropolitana sur. O sea, la logística para investigar el hecho era susceptible de circunscribirse con extrema sencillez.

B) En apoyo a lo anterior, resulta pertinente señalar: uno de los secuestradores vive en zona sur la intercepción y captación del empresario se realizó sobre ruta 26 (camino a la Isla) la empresa El Cóndor de la que es accionista Giménez está ubicada a un costado de la ruta 26 el cuarto rentado para retenerlo está ubicado en barrio Los Paraísos –al lado de B° Pinares- la centralización de esta región citadina como área de operaciones durante el ilícito permite inferir que no contaban apoyo externo [NdR: fuera de esta zona de la ciudad], ni vías de evasión.

C) El regateo en torno a la cantidad exigida para el rescate está emparentado, de manera similar, con el habitus frecuente de la zona sudeste: específicamente el de las boutiques a cielo abierto que atestiguan cada fin de semana las transacciones mercantiles vinculadas a indumentaria. Los captores del empresario, inicialmente comenzaron reclamando un flujo de liquidez que la firma maneja cada 21 días. Aunque al final terminaron acordando por una cifra diez veces menor.

D) La toma de posesión del botín resulta más explicativa de la impaciencia por apropiárselo, antes que una planimetría del atraco y ulterior huida. A tal punto que no hubo ni siquiera la exigencia que un familiar de Giménez protagonizara la entrega del dinero, lo que facilitó la introducción de un negociador policíaco en este tramo.

E) La “minuciosa” planificación de este capítulo final en su industria delictiva naufragó bochornosamente, luego que dos de los vigías de la banda resultaron detenidos en un operativo de rutina que entrevió un accionar extraño. En criollo básico: el auto en el que aguardaban y fisgoneaban la entrega del rescate tenía la matrícula disimulada debajo de un adhesivo. Por otro lado, el otro par de integrantes de la banda de secuestradores se trasladó hasta el lugar del intercambio dinero-por-cautivo en la camioneta personal de Giménez, la que a esa altura seguramente ya era buscada por medio del localizador satelital y/o la chapa identificatoria.  

F) El aspecto tecnológico es otro punto deficitario de los hijackers gauchos. Lo revela la desatención en cuanto al uso de telefonía móvil (los contactos para pedir rescate se realizaron desde la línea de uno de los integrantes), lo mismo que las herramientas con las que eventualmente los pesquisas podrían rastrearlos. Incluso, estando privado de su libertad, Giménez consiguió alertar a su hijo en cuanto a la situación en la que estaba inmerso.

G) Otros rasgos del hecho delictivo explican la escasez de recursos que disponían los bandoleros. Una tapera alquilada el día previo al secuestro del empresario en barrio Los Paraísos parece indicar la ausencia de un semblanteo previo, al igual que la utilización del vehículo Mercedes Benz (sustraído en la captura) al concurrir al cobro por la liberación, entre otros detalles, son indicativos.  

Por lo demás, la parte final del Gimenez Gate se contrapone con cualquier apresto que indique una tormenta de ideas, elaborada de manera concienzuda. En particular, la penúltima etapa de la operación en la que dos de los integrantes de la banda resultaron detenidos en un operativo de Tránsito de la Policía salteña, mientras los dos restantes acabaron estrellados contra un muro en Parque La Vega. Una escena digna de Stan Laurel y Olivier Hardy. 

El resto es solamente el aditamento que desde la justicia y las fuerzas de seguridad insinuaron a una parte de la prensa local, a fin de adosarle a un ilícito de los que no abundan en el historial reciente de Salta, sin planificación para su desarrollo y peor ejecutado.

Un componente de “bovarismo”, variante narrativa según la cual se caracteriza por la tendencia a exaltar hechos banales muy por encima de su naturaleza real. A punto tal que a poco menos de una semana de la comisión del mencionado ilícito, los cuatro sospechosos capturados ya visitaron los estrados de la justicia federal.  

Crédito fotográfico: Multivision. 

NdR, 4 de diciembre de 2021. 


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