En catastros políticos cada vez más descoloridos sigue desarrollándose otra más de esas campañas desprovistas del mínimo entusiasmo. Tanto por parte de los protagonistas de la electrocontienda del 11M como de los espectadores. A punto tal que ni siquiera los más fervientes oficialistas se permiten proyectar ganas. De todas formas, intentamos develar algunas variables en las próximas líneas.